24 de agosto de 2025 (21 Domingo Ordinario C)
Queridos hermanos y hermanas, ante la pregunta de si solo unos pocos se salvarán, Cristo dice: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha». Cristo va hacia Jerusalén para dar su vida. Cristo viene hoy a cumplir lo que profetizó Isaías: «Vengo a reunir a todas las naciones, y pondré sobre ellas una señal, y verán mi gloria». Cristo llama a todos, incluso a las islas más lejanas y a los lugares gentiles, a seguirlo a Jerusalén. Cristo nos invita a todos a pasar por esta puerta estrecha, para ver cómo en la cruz se manifiesta para nosotros la señal del inmenso amor de Dios. En nuestra cruz, mediante el don de la fe, experimentamos la resurrección de Cristo y vemos su gloria. La fe nos permite entrar en este banquete y esta fiesta. La fe abre la puerta. Sin fe, la puerta permanece cerrada y nuestra vida continúa igual que antes. La fe también nos permite ir con Cristo a Jerusalén y dar nuestra vida. La fe nos da el Espíritu Santo y una nueva naturaleza: la misma naturaleza divina de Cristo. En lugar de huir de la cruz y tomar el camino ancho que lleva a la destrucción, siguiendo al mundo, podemos entrar, como Cristo, en este camino angosto. De hecho, la cruz nos hace pequeños y dependientes de Dios. A través de nuestra cruz podemos ver la gloria de Dios en cada sufrimiento que experimentamos, y la fe que recibimos hoy como don nos permite, como Cristo, entrar en ella, experimentando el amor total de Dios por nosotros.
La Paz, Padre Nicholás, Párroco