25 de mayo de 2025 (6.º Domingo de Pascua C)
Queridos hermanos y hermanas, como hemos escuchado en las lecturas de hoy, los gentiles aceptan a Jesucristo y acogen la fe. Judas y Silas son enviados como apóstoles para garantizar esta fe. De hecho, la Iglesia se funda en la fe de los apóstoles. Los apóstoles llevan en sí la palabra y la fe recibidas por Cristo. Cristo dice: «El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él». La Iglesia y los cristianos llevan en sí la palabra viva de Cristo resucitado. Ya no hay templo en el cristianismo, porque el templo es el «Señor Dios y el Cordero». Dios quiere que su palabra permanezca en nosotros. Que Jesucristo viva en nosotros. Que seamos perfectamente uno con Jesucristo y entre nosotros. Por eso, Cristo nos dice hoy: «La paz sea con ustedes» y promete enviarnos su Espíritu Santo. Con su Espíritu Santo en nosotros, nos convertimos en templo de Dios. El cristiano puede amar como Cristo y ser Señor sobre el mundo, porque tiene el espíritu del Cordero. Como Cristo, guardando su palabra y llenos de su espíritu, podemos dar la vida incluso para los que nos matan.